Este trabajo tiene, entre sus más destacadas ventajas, que te presenta a gente preciosa y que te lleva a lugares en los que tu labor de hacer fotos se rebela cómo lo único que te apetece hacer. Toda la novedad se vuelve estimulante y vibra, más fuerte que nunca, el ansia de ver y contar.
Hace ya dos años (increíble cómo pasan los días de rápido y sin notarlo) este trabajo mío me llevó a Cracovia, en Polonia para compartir y contar la boda de un amigo de hace mucho tiempo, Carlos y su novia Agata. A él lo conocí hace muuucho tiempo en Sevilla cuando vivía allá y a Agata, la había conocido en Londres un año antes cuando los visitamos y nos abrieron las puertas de su casa. Muchos lugares y muchas personas de muchos sitios distintos vinimos a converger en esa ciudad tan bella que recomiendo mucho visitar que es Cracovia.
Decía que este oficio te lleva a conocer gente hermosa y así fue en este caso. La familia de Agata resultó ser tan entrañable como para sentir que los conocía hace mucho; sus amigos, tan cercanos que sentí que estaba entre amigos…y ella, bueno, sólo puedo decir que me encanta el hecho de que sea la esposa de Carlos porque es una mujer lindísima y valiosa. Pero no todo fue nuevo, no. Fue maravilloso volver a encontrarme con todo un grupo de personas que fueron mi grupo de amigos cuando vivía en Sevilla, que entonces me abrieron los brazos y me hicieron sentir en casa y a los que relaciono con una etapa de la vida llena de vida y experiencias nuevas.
Lo mejor de este trabajo es que cuando empacas tu mochila de vuelta a casa a veces va llena, aparte de muchas imágenes, de sensaciones que te dejan tranquila y contenta. En momentos excepcionales, va repleta también de cariño compartido con gente bonita de verdad, y de nuevas personas que aparecieron así, como un regalo, entre foto y foto.
Además de todo esto y por si fuera poco, nos lo pasamos genial: la iglesia era de como de cuento, la comida fue deliciosísima y resultó toda una experiencia por sí sola (no paramos de probar ricuras toda la tarde noche), el vodka fluyó constante pero no hizo estragos terribles por la cantidad de comida, bailamos hasta el amanecer y hasta saltamos en cama elástica. Todo esto demostró que los polacos saben cómo organizar una fiesta, sin duda, y que la mezcla España-Polonia es una explosión de alegría!
Volvería a repetir sin duda sobre todo si es al lado del amigo y magnífico fotógrafo Miguel Jiménez con el que compartí el placer de esta «gran boda polaca».
Gracias Miguel por tu ojo y tu arte.
Gracias Carlos y Agata por este regalo de boda.
Abrazo y saludos a la familia
50.064650
19.944980